Asma y altitud

Febrero 2014

La media montaña, entre los 1500 y los 2500 metros, el paisaje ideal del asmático

Casi 3 millones de españoles sufren asma.
Las estancias en la montaña así como los deportes de montaña son recomendables para el asmático por debajo de los 3.000 metros.
A medida que aumenta la altitud disminuye la temperatura y el aire es más frío y seco.
Muchos deportistas de competición son asmáticos o padecen la llamada "hiperactividad bronquial".
Hay que aumentar la ingesta calórica con 350 kcal por cada hora de ejercicio e ingerir de 4-5 litros de agua o líquidos isotónicos al día.

El control del asma ha experimentado una gran mejoría en los últimos años gracias a los avances en su diagnóstico, manejo y tratamiento.
Muchos asmáticos pueden practicar actualmente ejercicio físico y deportes que antes eran inalcanzables como los deportes de montaña o el submarinismo.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) recomienda a estos pacientes que conozcan bien su enfermedad, las reacciones de su organismo y los factores que les desencadenan las crisis.
Antes de un viaje o antes de practicar un deporte de riesgo se recomienda visitar al neumólogo para establecer un adecuado Plan de Autocrontol y Tratamiento.
Factores como el clima o la altitud influyen en la sintomatología del asmático.
Los asmáticos, hoy en día, pueden realizar muchas actividades deportivas en la montaña: alpinismo, senderismo, barranquismo, bicicleta o trekkings.

Cuando hacemos un esfuerzo físico aumenta la ventilación por minuto.
En estas situaciones respiramos a menudo por la boca.
Los contaminantes del aire y los alérgenos entran en el aparato respiratorio con más facilidad.
La inhalación de aire frío y seco, la presencia de contaminantes o alérgenos y la mayor prevalencia de infección por virus respiratorios debido al ambiente frío y seco puede desencadenar crisis de asma.
Estas crisis suelen ser breves y pueden prevenirse administrando antiinflamatorios y broncodilatadores por vía inhalada.
Para practicar ejercicio deben elegirse espacios libres de contaminación y polen: hay que buscar los ambientes cálidos y húmedos.
Antes hay que realizar un precalentamiento intenso.
Si el ambiente es frío no hay que parar bruscamente sino desacelerar el ritmo poco a poco.

La temperatura disminuye 1ºC cada 50 metros por lo que el aire es progresivamente más frío y más seco.
Además, si existe una rinitis y una obstrucción de nariz asociada, no se va a poder realizar una correcta humidificación, filtrado y calentamiento del aire que se inspira.
Todos estos factores van a incrementar la hiperreactividad bronquial y favorecer las crisis de asma.
Ningún paciente asmático que no esté totalmente controlado debe exponerse a altitudes por encima de los 3.000 m.
Por encima de 3.000 m. de altitud es fácil confundir una crisis de asma con el mal agudo de montaña o mal de altura ya que entre sus síntomas, además del dolor de cabeza, se encuentra la tos y el ahogo.

A estas alturas no hay ácaros, ni contaminantes ni hongos y el período de polinización es muy corto.
Por eso la actividad deportiva en la montaña no solo es segura para los asmáticos sino que es recomendable siempre que el asma esté bien controlado.
Siempre se debe consultar con el neumólogo antes de salir de viaje.

En el paciente asmático que va a realizar una ascensión no puede faltar nunca la medicación antiasmática.
Se debe proteger bien la nariz y la boca de las bajas temperaturas.
Se debe tratar el mal de montaña de forma inmediata al primer síntoma.

Hay que suplementar la ingesta calórica con 350 kcal por cada hora de ejercicio sobre la ingesta habitual (1.600-2000 kcal).
Tomar de 4 a 5 litros de agua o líquidos isotónicos.
Es mejor beber muchas veces y poca cantidad.
El café, el te y el chocolate líquido tienen efecto diurético por lo que no deben incluirse en la cantidad de líquidos ingeridos.

En los viajes al desierto la sequedad del ambiente va a resecar las mucosas y esto puede repercutir en la hidratación general y facilitar la aparición de crisis.
Además, aunque no lo parezca, en el desierto existen esporas y polen de la flora autóctona.
También los vientos y las tormentas de arena pueden desencadenar crisis.

En las zonas cálidas pero húmedas, como los trópicos, los problemas respiratorios del asmático son los mismos que para las personas sanas.
Están causados por el calor y el exceso de sudoración.
Debido a que la humedad favorece la presencia de ácaros y mohos en sitios mal ventilados o con agua encharcada el paciente asmático debe tener un cuidado especial.